jueves, 22 de diciembre de 2011

La sombra del bigote es alargada.

 
No sé si es por el espíritu navideño que me invade, por el retraso del vuelo que no me permite disfrutar del regreso de mi marido, porque no me ha tocado ni un euro en la lotería (lógico, porque no he comprado ningún décimo) o porque no tengo otra cosa mejor que hacer.  Sea de la forma que fuere, ¿qué mejor forma de inaugurar este blog hablando de la nueva alcaldesa de Madrid?
 
 Doña Ana Botella Peras y Manzanas, licenciada en Derecho por la Complutense y excelentísima señora de don José María Aznar –aunque según comentan las malas lenguas sólo a título oficial-, segundona en las listas de la candidatura popular a la Alcaldía de Madrid consigue, de rebote, el bastón de mando de la capital.

Mucho se comenta en Twitter estos días acerca de la legitimidad o no de su cargo –que no de sus capacidades, oiga- pero para ser francos –juro sobre la Biblia que no va con segundas- hay que admitir que todo se está cumpliendo según la ley.

Cuestionable sin embargo son muchos otros temas, sobre los que sin profundizar en exceso –que es la primera entrada y no quiero aburriros- voy a comentar algo.

Está claro que allá por las municipales y autonómicas de hace unos meses el Partido Popular ya auguraba unos buenos resultados debido a la crisis económica y a la debilidad del ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero -Zetapé- por lo que la entrada en la Moncloa de Mariano Rajoy era más que posible, y por tanto ya se empezaban a barajar nombres que pudieran acompañarle en su futuro gobierno.

Uno de los que con más fuerza sonaba era el de Alberto Ruiz Gallardón, quien, como buen hombre cristiano precavido optó por presentarse como número uno de la candidatura popular para el ayuntamiento de Madrid. Por si acaso. Mayoría absoluta en mayo, Gallardón alcalde, patatín patatán. La historia la conocemos. Pero se me plantea una duda: si Gallardón tenía aspiraciones nacionales y pretendía dejar tirado a los madrileños –que, perdonadme, pero es lo que ha hecho-…¿por qué no tuvo un poco de dignidad y centró su carrera política únicamente en su lucha por acceder a primera división? 

La respuesta es clara. Un Partido Popular madrileño con Ana Botella Peras y Manzanas a la cabeza no hubiese obtenido los fabulosos resultados que obtuvo con Gallardón, por muy puñeteros que seamos los españoles y muchos votasen al Partido Popular únicamente como castigo a Zetapé.

¿Maniobra premeditada? 

Se me plantean decenas de cuestiones no menos interesantes...¿qué cabe esperar de una señora que sólo ve en los mendigos una dificultad para mantener limpias las calles –obviando el verdadero problema de integración y necesidades básicas-, que desmonta los puntos de medición del aire en Madrid para no tener resultados alarmantes, que echa la culpa de los altísimos grados de contaminación al polvo africano, que recomienda a los madrileños no hacer deporte al aire libre o que considera que el aborto legal es echar niños a una trituradora? Sí, sí, por soez que parezca, todas estas consideraciones han sido planteadas por la ya alcaldesa (si alguien duda, sólo tiene que acudir a la prensa para comprobarlo). 

Y eso por no hablar de sus comentarios acerca del matrimonio homosexual frutícola, de la prohibición de conciertos públicos en la semana del Orgullo gay – que tantísimos beneficios económicos aporta a Madrid-, de las declaraciones en las que asegura que es un logro que los españoles no ocupen los puestos inferiores en la construcción –puestos que son ocupados por inmigrantes- o su simpatía por La Cenicienta, de quien dice que: “La cenicienta es un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa. Recibe los malos tratos sin rechistar”….

Yo no espero nada, así todo lo que venga me pillará por sorpresa. Sólo espero que no tome decisiones importantes que puedan perjudicar a los madrileños, que se tome este regalo como un juego y siga escribiendo cuentos infantiles. 

Seguramente ya tendrá a alguien que guíe sus pasos y que dirija con más o menos acierto este barco para alegría de los chulapos. 

Porque, seguramente, la sobra del bigote es alargada…